lunes, 21 de abril de 2014

MI HISTORIA
Hace 3 meses que dejé atrás mi puesto de trabajo como directora de una sucursal bancaria. Durante los 12 años de mi carrera allí crecí mucho, superé miedos y enfrenté desafíos, sin embargo todo ellos desde el "sufrimiento", pues mi alma siempre gritaba no sentirse feliz allí.
Tuve muchas crisis con dolencias físicas incluídas: taquicardias, caída del pelo, insomnio, infecciones, anemia, sistema inmunitario débil, problemas digestivos, bruxismo... y en el último año orzuelos en los ojos, creo que mi interior ya no quería ver más el exterior que me mostraban.
Cuando al fin dejé mi puesto de trabajo, lejos de encontrarme mejor caí incluso bastante más, es como si hubiera mantenido una tensión de incertidumbre durante taaaannnntos meses que mi cuerpo y mi estado anímico se derrumbó hasta el subsuelo, una vez que había desaparecido toda aquella tensión.
Hoy amanece un nuevo día, me levanto descansada porque ya puedo dormir seguido por las noches, ya no me duele la mandíbula, las digestiones son mejores, siento que asimilo por fín los nutrientes, porque incluso comiendo menos, me voy sintiendo poco a poco más fuerte. La calidad de mi piel va mejorando por momentos y van desapareciendo poco a poco unos granitos que me salieron en las mejillas según dicen los expertos por tema emocional. Quizás ya sea tarde para las canas, que dicen suelen salir por stress y bueno que los años tampoco pasan en balde.
Incluso yo tuve suerte, puede ser porque siempre me gustó cuidarme y tratar de llevar una vida sana, pues los médicos dicen que los trabajadores de banca están en los primeros puestos de riesgo por infarto.
Sé que nunca fuí una empleada de banca a la antigua usanza. Yo traté de hacer de aquel puesto algo diferente. Siempre me gustó el trato con el público. Aprendía tanto de mis clientes. Como siempre pienso que nada pasa por casualidad sé que allí fuí descubriendo qué era lo que me hacía feliz. Cada vez que un cliente se sentaba conmigo no sólo hablábamos de su préstamo o su cartera de inversión, también hablábamos de la vida, de las emociones, de las dificultades de esta crisis... y yo, en la medida de mis posibilidades traté de compartir con ellos las cosas que a mí me habían ayudado: hacer una lectura positiva de todo cuanto acontece en la vida, hablar con optimismo, reiki, crossfit...
En muchas ocasiones las personas que me conocían por primera vez me relacionaban más con un trabajo tipo enfermera o con el mundo de la salud. Y de algún modo sé que mi objetivo como COACH es ese, mi sueño es poder dedicarme a ayudar a las personas a situarse en un camino de crecimiento apoyado en lo que le hace feliz a su alma, y en un estado de vida plena y saludable tanto física como emocionalmente.
Si bien la incertidumbre sigue estando presente, sé que he recuperado la ilusión por realizarme profesionalmente de otra manera en mi vida. Pero sobre todo sé, que aquella silla a la que por momentos me quise agarrar con fuerza, porque aparentemente me proporcionaba una seguridad financiera y vital, aquella silla nunca, jamás fue nada confortable.
Gracias, gracias por tanto aprendizaje con el que he crecido, gracias por tanto aprendizaje con el que poder compartir.

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